Profesionales del poder
Ya hace un tiempo que observo como muchas propuestas educativas, de prevención, de promoción de la salud en distintas ciudades proliferan como las setas en Otoño.
En si, ésta dinámica refleja la necesidad de una sociedad que quiere evolucionar emocionalmente y quiere invertir en salud. Hasta aquí está muy bien.
Una sociedad hambrienta de brillar, de salud, de minimizar impactos emocionales en el cuerpo y por ende salud física, que busca ( no demasiado) y encuentra un largo directorio de direcciones, nombres, titulares y propuestas que tratan de llevar y captar a personas, famílias, e incluso entidades enteras a su servicio. En cierto modo, en VEIE y yo mismo como clínico, hago lo mismo. Ofrecemos, orientamos, y las personas, famílias, entidades, consumen lo que disponemos.
La cuestión que me ocupa y preocupa, es la flacidez a la hora de entender la praxis de la salud, de su trato, de su soporte, de su promoción con la multivariedad de terapeutas y personas, que de buena fe y pasión se dedican a ello. Pero, sabemos o disponemos de consciencia de lo que manejamos en éstos espacios de salud? Cada vez me llegan más personas que se han desorientado por diálogos direccionados por terapeutas que se nutren de un abanico infinito de nombres, técnicas y sueños donde en muchos casos, no disponen de un estudio académico acorde a la responsabilidad del término de la salud. Somos valientes, determinados, con curiosidad a lo nuevo pero, siempre, siempre, hay que tener en cuenta que cuando hay sufrimiento o carencia de salud, ya sea de autoestima baja, símptomas de ansiedad, dificultades relacionales, dinámicas familiares desordenadas, etc. hay una persona vulnerable que necesita revertir dicha situación de vida. Y en la vulnerabilidad está el poder. Poder de palabra, poder de consumo, poder económico, poder de dependencia, poder de direcciones de vida. Y tristemente, éste poder pierde a muchas personas que quieren trabajar el valioso concepto de salud y se empobrecen y las personas se desorientan consumo a consumo.
Desde mi ignorancia, consideraba que las bases académicas que estudias en la universidad, carecía de sentido práctico. En cierto modo sigo pensando lo mismo aunque, con algo diferencial, la universidad no otorga apenas práctica, otorga conocimiento, pensamiento crítico, fundamentos teóricos, modelos de desarrollo, estudios, ensayos, y, sobretodo rigor. Un rigor que desarrolla base, una base dónde apoyar toda la práctica y la experiencia de salud. Así que, para todos los profesionales del poder, recordemos aquel código deontológico que en su día conjuramos con amor, respeto y conocimiento para seguir, con ecuanimidad, la valiosa palabra de Salud.

Humilidad, formación académica reglada y pragmática deben ir juntos, y no es una elección, es una responsabilidad. Por y para la salud.
Alexandre Maset. Licenciado en psicologia. col. Num 17985